Josué 1-24: La tierra prometida (2024)

(21-1) Introducción

¿Cómo se siente cuando está por llegar a una meta que ha procurado alcanzar por largo tiempo? ¿Se siente feliz, triste o aliviado una vez que la jornada casi ha terminado? ¿Se siente asustado por las pruebas que todavía están por delante, o vislumbra el futuro con valor y fe en Dios?

Cuarenta años de peregrinaje por el desierto habían llevado a Israel a la cumbre de un monte desde el cual se veía la tierra prometida. Todo israelita que tenía más de veinte años de edad al salir de Egipto bajo la dirección de Moisés había muerto, con excepción de tres: Moisés, Josué y Caleb (véase Números 14:38). Todos los demás habían muerto sin alcanzar la meta deseada. ¿Por qué? ¿Qué fue lo que hizo que aquellos que salieron de Egipto por el poder de Dios perdieran su privilegio de poner el pie sobre la tierra prometida?

Al dar una respuesta, recuerde que Dios nunca quebranta una promesa. Cuarenta años antes de este acontecimiento, Dios le había dicho a los hijos de Israel: “Os tomaré por mi pueblo, y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a (vosotros). YO JEHOVA.” (Exodo 6:7-8.)

Dios siempre cumple sus promesas. Tiene poder para hacerlas y tiene poder para cumplirlas, aunque algunos lo dudan. El grupo de israelitas que había salido de Egipto lo hizo de mala gana. Malas como eran las cosas en Egipto, lo conocido parecía mejor que lo desconocido para quienes no tenían fe. Durante sus cuarenta años de peregrinaje en el desierto, los hijos de Israel, alternativamente, bendijeron y maldijeron el nombre de Dios. Cuando les mostró milagros, se humillaron; cuando las pruebas y rigores de la vida en el desierto se tornaron difíciles, endurecieron sus corazones en ira y resentimiento. Olvidaron su poder y temblaron de temor ante la idea de enfrentar a los cananeos, y al hacer esto, perdieron el privilegio de entrar en la tierra de promisión.

En el momento en que los hijos de estos israelitas rebeldes vieron desde la montaña, a lo lejos, la tierra prometida, el cumplimiento de sus esperanzas, ¿estaban preparados? ¿Apreciaban ellos la gran bendición de recibir lo que fue negado a sus padres? ¿Podrían entrar en aquella tierra bajo la dirección de un profeta viviente y poseer la región según los términos establecidos por el Señor? ¿O contaminarían su herencia, tal como anteriormente habían hecho sus padres?

COMENTARIOS SOBRE JOSUE 1-24

(21-2) Josué 1:1. El Libro de Josué y Josué como personaje

“El libro de Josué es uno de los escritos más importantes del antiguo pacto y nunca debe ser separado del Pentateuco, del cual es, a la vez, continuación y complemento. Entre este libro y los cinco de Moisés, existe la misma analogía que entre los cuatro Evangelios y los Hechos de los Apóstoles. El Pentateuco contiene una historia de los hechos del gran legislador judío, y las leyes sobre las que la Iglesia Judaica debía establecerse. El Libro de Josué presenta un registro del establecimiento de esa Iglesia en la tierra de Canaán, conforme a las promesas y declaraciones de Dios tan a menudo repetidas. Los evangelios presentan un relato de los hechos de Jesucristo, el gran legislador cristiano y de las leyes sobre las que su Iglesia se establecería, y mediante las que se gobernaría. Los Hechos de los Apóstoles presentan un registro del establecimiento de aquella Iglesia, de acuerdo con las predicciones y promesas de su gran fundador. Así, entonces, el Pentateuco tiene, como se ha dicho, un paralelo con los Evangelios así como el Libro de Josué lo tiene con los Hechos de los Apóstoles.” (Clarke, Bible Commentary, 2:4.)

Clarke llamó al Antiguo Testamento “iglesia judaica”, indicando con esas palabras la organización fundada por Jehová entre los antiguos israelitas. Pero los Santos de los Ultimos Días sabemos que Jehová era Cristo en la preexistencia. Este hecho explica la razón de los paralelos tan marcados. Ambas iglesias eran la Iglesia de Jesucristo, dada en circunstancias diferentes y con énfasis en un sacerdocio diferente. Pero en ambos casos se efectuaban bautismos, y los principios de una vida recta y de la fe en Dios fueron enseñados claramente.

Estos marcados paralelos sugieren que el libro de Josué puede proyectar más aún la tipología o simbolismo de Cristo, tal como lo hizo la ley de Moisés. De cierto, los Santos de los Ultimos Días aprendemos que Moisés era “a semejanza [del] Hijo Unigénito” (Moisés 1:6; véase también McConkie, The Promised Messiah, págs. 442-48). Así como Moisés en su papel de profeta, legislador, mediador y libertador fue un modelo de Jesucristo, también Josué, que llevó a Israel a la tierra prometida, fue un símbolo de Jesús, que lleva a los fieles a la suprema tierra de promisión, el reino celestial. (Confrontar con la comparación que Alma hace entre la tierra prometida y la vida eterna, en Alma 37:45.)

“Josué, el hijo de Nun, de la tribu de Efraín, primero fue llamado Oséas…(Números 13:16), que significa salvado, un salvador, o salvación; pero posteriormente Moisés, guiado indudablemente por un espíritu profético, le cambió el nombre a…Josué, que significa él salva o la salvación de Jehová, refiriéndose, sin duda, a que era el instrumento de Dios para salvar al pueblo de las manos de sus enemigos y llevarlo de victoria en victoria sobre las distintas naciones cana-neas hasta ponerlo en posesión de la tierra prometida…La versión de los Setenta lo llama Jesús Naue o Jesús el hijo de Nave; y en el Nuevo Testamento es llamado expresamente…Jesús (véase Hechos 7:45; Hebreos 4:8).” (Clarke, Bible Commentary, 2:3.) En otras palabras, en el hebreo original tanto Josué como Jesús eran el mismo nombre.

Hay otras analogías más entre las organizaciones del pacto antiguo y del nuevo: “En este mismo terreno de analogía, Cristo obviamente fundó la Iglesia cristiana; por esto tuvo sus doce discípulos de los cuales surgiría la iglesia cristiana, así como la iglesia judaica, o las doce tribus, surgieron de los doce hijos de Jacob. El tuvo sus setenta o setenta y dos discípulos, en similitud de los setenta y dos ancianos, seis elegidos de cada una de las tribus y que estaban unidos a Moisés y Aarón en la administración de la justicia y otras actividades similares entre el pueblo. Cristo reunió en su persona los caracteres de Moisés y de Aarón, o de legislador y sumo sacerdote; de ahí que siempre se considera a sí mismo, y es considerado por sus apóstoles y seguidores en la iglesia cristiana lo mismo que Moisés y Aarón en la iglesia judaica. Como rito de iniciación en su Iglesia, instituyó el bautismo en lugar de la circuncisión, ordenanzas que son símbolo de purificación del corazón y de una vida santa; y como rito de establecimiento y confirmación, la santa eucaristía en lugar del cordero pascual, ordenanzas que sirven para conmemorar la expiación hecha a Dios por los pecados del pueblo. Las analogías son abundantes y ciertamente universales al punto de que el tiempo no permite enumerarlas. Sobre este mismo principio sería sumamente útil leer paralelamente estos libros del Antiguo y Nuevo Testamento, siendo que ellos arrojan una luz intensa y mutua, aportan el más decidido testimonio respecto a las palabras y la verdad de la profecía y muestran el amplio cumplimiento de todos los designios antiguos de Dios.” (Clarke, Bible Commentary, 2:5.)

(21-3) Josué 1:4. La tierra prometida

La Palestina bíblica es, según se considera corrientemente, la región que está al sur y al sudoeste de las montañas del Líbano, al norte y oriente de Egipto, al este de las llanuras costeras del Mediterráneo y al oeste del desierto de Arabia. En superficie Palestina apenas tiene 240 kilómetros desde Dan a Beerseba y su zona más ancha es de 121 kilómetros. El Señor le prometió a Josué que la extensión original de la tierra prometida a Abraham sería dada a Israel (véase Génesis 15:18; Josué 1:4). Aunque los israelitas que fueron a la tierra prometida con Josué generalmente fueron fieles y obedientes, como nación Israel pronto volvió a sus viejas costumbres y perdió las bendiciones que le fueron prometidas con relación a la obtención de toda aquella tierra. No fue sino en la época de David y de Salomón (unos doscientos años más tarde) que Israel controló el territorio dado en el pacto original y, entonces, solamente por un breve período ya que volvió a perder las zonas fronterizas.

(21-4) Josué 1:5-18

Después de afirmar que Josué tenía el poder y autoridad de Moisés (véase vers. 5), el Señor le encargó que basara todos sus hechos en la ley. No debía apartarse de ella (véase vers. 7), y la ley no debía apartarse de sus labios, esto es, todo lo que hablara tenía que ser conforme a la ley. Debía meditar constantemente sobre los preceptos contenidos en ella (vers. 8). Los hombres de las tribus de Rubén, Gad y Manasés, que heredarían los territorios ya conquistados al oriente del Jordán, recibieron la orden de unirse a las demás tribus para conquistar el resto del territorio. Al aceptar ese encargo y al hacer convenio de matar a todo el que rehusara hacerlo, estas tribus mostraron su deseo de aceptar la orden.

(21-5) Josué 2:1-7. ¿Era Rahab una ramera?

“En la narración de estos acontecimientos Rahab es llamada zonah, que en la traducción nuestra, según versiones antiguas, aparece como ‘ramera’. Los escritores judíos, sin embargo, no queriendo dar lugar a la idea de que sus antepasados se vieron mezclados en una dudosa relación al comienzo de su gran empresa, prefirieron interpretar el vocablo como ‘anfitriona’, o sea, persona que administra una casa de alojamiento público, como si proviniera del vocablo hebreo que significa ‘nutrir’ (Josefo, Antiq. v:I; ii y vii; comparar el Targum y Kimchi y Jarchi en el texto). Los intérpretes cristianos también se muestran inclinados a adoptar esta interpretación por el bien del carácter moral de la mujer de la cual el apóstol habla bien y la cual, según Mateo 1:4, parece haber llegado a ser, mediante un casamiento posterior con Salmón —príncipe de Judá— antepasada de Jesús. Mas debemos contentarnos con tomar los hechos tal como son y no distorsionarlos para evitar dificultades. Actualmente todo erudito hebreo sensato acepta que zonah significa ‘ramera’ y no ‘anfitriona’. Significa ramera en todos los demás textos en los que aparece, no estando en ellos representada la idea de ‘anfitriona’ por este u otro vocablo hebreo, ya que tal función no existía. No había posadas; y allí donde posteriormente apareció lo que se podría considerar como un indicio de posada, tal lugar no era manejado por mujeres en los países orientales. Por otra parte, los extranjeros provenientes del otro lado del río bien pudieron haber acudido a la casa de una ramera sin levantar sospechas ni llamar la atención. Los beduinos del desierto constantemente lo hacen hasta el presente en sus visitas al Cairo y Bagdad. La casa de esa clase de mujeres era también la única a la cual podían, como extranjeros, haber tenido acceso y ciertamente la única a la cual podían considerar fuente de la información que necesitaban sin exponerse al peligro que podían representar otros hombres que había allí. Si nos preocupa el carácter moral de Rahab, la mejor evidencia de su reforma se encuentra en su posterior casamiento con Salmón…el cual implica su previa conversión…para la cual su conversación con los espías demuestra que estaba preparada.” (Fallows, Bible Dictionary, s. v. , “Rahab” 3:1424.)

Que la fe de Rahab en Jehová era sincera queda demostrado en el hecho de que tanto Pablo como Santiago la citaran como ejemplo (véase Hebreos 11:31).

(21-6) Josué 2:8-24

Estos versículos ilustran el valor que los hombres de la antigüedad adjudicaban a un juramento o promesa. Lamentablemente los hombres de aquella época eran más fieles a sus pactos con otros hombres que a los establecidos con Dios. Se acordó una señal como prueba de su intención de proteger a Rahab y su familia de la destrucción, como recompensa por su ayuda. Rahab tenía que poner “un cordón de grana” en la ventana de su casa (vers. 18). Este cordón serviría de recordatorio a los invasores israelitas de que Rahab y todos los de su familia no debían ser destruidos.

(21-7) Josué 3

Así como Moisés fue engrandecido por el Señor ante los ojos de Israel cuando Dios abrió las aguas del Mar Rojo, Josué fue engrandecido en forma similar al abrirse las aguas del Jordán. En ambos casos Israel pasó entre las aguas hacia una vida nueva. Este pasaje parece haber sido lo que Pablo tenía en mente cuando mencionó el bautismo de Israel “en la nube y en el mar” (1 Corintios 10:2; véase también vers. 1, 3-4). En ambos casos el pasaje representó un nuevo convenio. Israel pasó por el Jordán el primer día de la Pascua (véase Josué 3:17; 4:19; confr. con Exodo 12:3).

Josué 1-24: La tierra prometida (1)

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Jordan River

(21-8) Josué 4. ¿Por qué levantó Israel piedras del Jordán como memorial?

A los pueblos bíblicos les gustaban los hechos simbólicos para conmemorar los grandes acontecimientos. Para que el pueblo conservara siempre en la memoria las bendiciones del Señor al partir las aguas del Río Jordán, Josué mandó que se tomaran doce piedras del fondo del río y se pusieran en un lugar donde todos las pudieran ver: “Estas piedras servirán de monumento conmemorativo a los hijos de Israel para siempre” (vers. 7). En los años venideros, cuando los niños preguntaran a sus padres el significado de aquellas piedras, el pueblo de Israel podría revivir el relato del milagro de Dios; así, las piedras servirían como un recordatorio del poder de Dios a la vista de todos.

(21-9) Josué 5:1

Es importante recordar que los israelitas no entraron en una tierra deshabitada. Por el contrario, la zona conocida como Canaán había estado habitada durante siglos. La mención de los reyes amorreos y cananeos y su reacción ante el paso milagroso del Jordán indica que toda la tierra de Canaán fue puesta a los pies de Israel por el Señor. Solamente tenían que conquistar físicamente a los que ya estaban derrotados mentalmente, pero perdieron la ventaja que el Señor les dio al comenzar a abandonar sus convenios con El.

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Monte Carmelo

Monte Gilboa

Monte Gerizim

Monte Tabor

Monte Ebal

Monte Nebo

(21-10) Josué 5:2-8. ¿Por qué fueron circuncidados en este momento?

Los israelitas habían peregrinado durante cuarenta años en el desierto porque no habían sido fieles en su pacto con Dios. No es de sorprender, entonces, que durante ese tiempo hayan dejado la práctica de la circuncisión, la cual era el símbolo del pacto. Por lo tanto, después que Josué hizo pasar al pueblo por en medio de las aguas del Jordán —un símbolo del bautismo (véase encabezamiento 21-7)— y entrar en suelo santo que había sido negado a sus padres, el Señor requirió que reinstituyera la señal física del pacto.

(21-11) Josué 5:10-12. El maná ya no aparece

Este acontecimiento señala una nueva era para Israel. Por primera vez en cuarenta años los hijos de Israel tenían que valerse por sí mismos. Durante ese período habían sido alimentados tiernamente con maná, pero ahora debían depender de sí mismos, en madurez, contando con su propio trabajo para comer el pan de la tierra. Considerando que el maná había aparecido todos los días menos el día de reposo durante cuarenta años, o más de doce mil veces, ciertamente fue el final de una era especial.

(21-12) Josué 5:13-14. ¿Quién era el príncipe de las huestes del Señor al cual vio Josué?

Aunque hay una falta notable de detalles en este relato, todo parece indicar que se trata de una visión milagrosa mostrada a Josué. La mayoría de los comentaristas supone que un siervo terrenal de Dios, o un ángel, vino a fortalecer a Josué y a Israel mientras se preparaban para su primera batalla.

Sin embargo, dos cosas indican que Josué pudo haber visto a Jehová, o Jesucristo premortal. Primero, cuando Josué se postró para adorarlo, nada se hizo para impedírselo. Y debemos recordar que los siervos terrenales de Dios no demoran en evitar que otras personas los adoren, aunque hayan demostrado gran poder (véase Hechos 10:25-26; 14:8-18; Alma 18:15-17).

Lo mismo sucede con los ángeles, pues en dos ocasiones, al maravillarse en la presencia de ángeles, Juan el Revelador cayó a los pies de ellos para adorarlos y le fue dicho lo mismo: “Mira, no lo hagas; porque yo soy con siervo tuyo, de tus hermanos los profetas” (Apocalipsis 22:9; véase también 19:10). El ángel que apareció a los padres de Sansón claramente les enseñó que cualquier tipo de ofrenda debe ser dada al Señor (véase Jueces 13:16). Pero en este caso no se hizo intento alguno para evitar que Josué se postrara para adorar a este ser.

En segundo lugar, el personaje le ordenó que se quitara el calzado porque estaba pisando suelo santo —la misma instrucción que Jehová dio a Moisés en el Monte Sinaí (véase Exodo 3:5). Pero, como este relato es escaso en detalles, solamente se puede suponer que pudo haber sido el Señor.

Josué 1-24: La tierra prometida (3)

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Jericho

(21-13) Josué 6. Caída de Jericó

Los habitantes de Jericó sabían demasiado bien respecto a la terrible destrucción que Israel había desatado contra el reino de los amorreos al oriente del Jordán. Por lo tanto, no nos debe sorprender que cerraran su ciudad amurallada para protegerse de Israel.

Es significativa la prevalencia del número siete en los pasos dados por el Señor con relación a la defensa de Jericó. En la ley de Moisés el mismo siete fue usado numerosas veces para representar el pacto. Su asociación con el pacto probablemente arranca de la idea de que al “siete…se le asocia con la idea de lo que se completa y realiza, y también con la perfección”. (Douglas, New Bible Dictionary, s. v. “Number”, pág. 898.) Siguiendo en la conquista de Jericó, un patrón en el cual se aplicó varias veces el concepto del número siete, el Señor enseñó a Israel que su éxito descansaba en el pacto con Jehová; su poder perfecto fue el que realizó la conquista, no el pueblo.

La bocina usada era la hebrea llamada shofar, o cuerno de carnero (véase vers. 4-6). Los eruditos generalmente concuerdan en que el shofar era el instrumento musical más antiguo en Israel. Después de haber sido achatado mediante aplicación de calor, el cuerno era doblado hacia arriba en los extremos. Esta forma daba lugar a la creación de un sonido poco común y fácilmente reconocible. En los tiempos antiguos el cuerno (bocina) era usado para anunciar la proximidad de ejércitos enemigos, para dar la señal de ataque o para indicar la retirada del campo de batalla.

Así como el arca del pacto simbolizaba la presencia de Dios en el Lugar Santísimo del tabernáculo, el arca también simbolizaba que era la cabeza de los ejércitos de Israel cuando lo llevaban delante de las tropas al caminar alrededor de la ciudad (véase 4, 6-8). Este no era un conflicto meramente terrenal sino divino: Canaán tenía que ser destruido por el mismo Dios de Israel. Esta verdad fue enseñada en forma impresionante a Israel por la presencia del arca.

Se tuvo gran cuidado de cumplir con todos los detalles del juramento que había sido hecho a Rahab.

(21-14) Josué 6:20. ¿Qué fue lo que hizo caer los muros de Jericó?

Durante siglos los hombres han debatido sobre este punto. ¿Fue por motivo de la vibración que causaba la marcha de tanta gente, por el sonido de las trompetas y el grito final, que los muros se debilitaron al punto de caer por aplicación de la ley natural? ¿O entró en juego algún otro principio? ¿Fue el Señor quien, sencillamente, en un momento conveniente, hizo caer los muros mediante su poder? El élder James E. Talmage comentó este asunto en la forma siguiente:

“¿Acaso no podremos creer que el capitán de la hueste del Señor y su compañía celestial estaban presentes cuando Israel circundó a Jericó, y que ante su influencia sobrehumana, apoyada por la fe y la obediencia del ejército mortal, se derrumbaron los muros?

Josué 1-24: La tierra prometida (4)

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shofar horns

“Algunas de las realizaciones más recientes y más notables del hombre, en cuanto a la utilización de fuerzas naturales, van llegando a la categoría de manifestaciones espirituales. Poder oír el tic tac de un reloj a miles de millas de distancia; hablar en tono moderado y ser oído en todo el continente; enviar señales desde un hemisferio y ser entendidas en otro, aunque entre ellos los océanos se agitan y rugen; traer los relámpagos a nuestras casas para usarlos como fuego e iluminación; navegar por el aire y viajar bajo la superficie del océano; hacer que las energías químicas y atómicas obedezcan nuestra voluntad, ¿acaso no son milagros? Su posibilidad no habría sido aceptada con crédito antes de realizarse. No obstante, por medio de la operación de las leyes de la naturaleza, que son las leyes de Dios, se efectúan éstos y otros milagros. (Artículos de Fe, págs. 247-48.)

(21-15) Josué 7:1-13. ¿Por qué los israelitas perdieron la batalla de Hai?

“Considérese la derrota de Israel por los hombres de Hai; se había violado una ley de justicia: habían metido un anatema al campamento del pueblo del convenio; esta transgresión resistió la corriente de ayuda divina, y no fue sino hasta cuando se santificó el pueblo que les fue restituido el poder.” (Artículos de Fe, pág. 115; véase también Josué 7:10-13.)

Para obtener una explicación más extensa del significado de esta derrota, véase el Resumen Analítico al final de este capítulo.

(21-16) Josué 7:6

Echarse polvo sobre la cabeza tenía el mismo significado simbólico que vestirse de cilicio y sentarse sobre ceniza: era señal de gran remordimiento, verdadera humildad y profundo arrepentimiento. También simbolizaba el estado indigno del hombre en comparación con la Divinidad (véase Génesis 37:34; confr. con Job 2:12; Lamentaciones 2:10). Este sentido de indignidad parece ser el significado del comentario hecho por el rey Benjamín de que el pueblo se consideraba menos que el polvo de la tierra (véase Mosíah 4:2).

(21-17) Josué 7:7-26. ¿Por qué Acán mereció la muerte?

Puede parecer que la pena aplicada a Acán por tomar del botín de Jericó fue demasiado severa, pero la muerte del cuerpo físico a menudo puede ser un acto de misericordia tanto para las demás personas como para el ofensor (véase 1 Nefi 4:13; Levítico 24:17). Algunas ofensas de los hombres son de tal gravedad que se requiere que el ofensor pague con su vida como expiación por el pecado. La desobediencia de Acán costó la vida de treinta y seis hombres (véase Josué 7:5). Pero más importante que eso, la muerte espiritual de Israel sería más grave que la muerte física de las personas. Que Israel fracasara en obedecer al Señor en todas las cosas sería equivalente a privarlo de la tierra de Canaán (véase 1 Nefi 17:31-35). Es evidente, por su confesión voluntaria, que Acán comprendía esta verdad (véase Josué 7:20-21).

Véanse las tablas de pesos y medidas en la sección correspondiente, para entender mejor el valor de un siclo de plata.

(21-18) Josué 8

Más que Jericó, Hai, la segunda ciudad conquistada por Israel después de cruzar el Jordán, vino a ser modelo de las conquistas de las demás ciudades. Una vez que Hai fue tomada, Josué llevó a Israel al Monte Ebal y cumplió las instrucciones de Moisés de levantar un altar allí y pronunciar las bendiciones y maldiciones del Señor desde los Montes Ebal y Gerizim (véase vers. 30-35; Deuteronomio 27).

(21-19) Josué 9:3-27

Aunque la sutil alianza establecida a través de la astucia salvó sus vidas, los habitantes del pueblo de Gabaón vinieron a ser esclavos perpetuos de Israel. Moisés había advertido a Israel que no debían hacer convenio con los cananeos (véase Deuteronomio 7:2), y esta advertencia puede explicar la razón que llevó a Josué a sentirse tan perturbado al descubrir el engaño. Como ya se había hecho un juramento, honró dicho convenio y puso a los habitantes del pueblo de Gabaón en esclavitud en lugar de quitarles la vida.

(21-20) Josué 10:1-11

Adonisedec (vocablo hebreo que significa “señor de justicia”) es un ejemplo de muchos otros líderes civiles que elegían títulos para sí mismos o que tenían títulos otorgados por mandatarios más poderosos de quienes eran vasallos (Fallows, Bible Encyclopedia, s. v. , “Adonizedek”, 1:56). Es posible que él, como otros reyes cananeos, haya tomado este nombre en imitación del antiguo rey patriarcal de Salem, Melquisedec, “rey de justicia” (Fallows, Bible Encyclopedia, s. v., “Melchizedek”, 2:1136). Fue jefe de una confederación de cinco reyes que fueron a luchar contra Gabaón.

(21-21) Josué 10:12-14. ¿Se detuvo realmente el sol en medio del cielo?

El Libro de Mormón deja bien en claro que fue la tierra, no el sol, la que tuvo que ver en el milagro de Josué. Mormón, comentando en cuanto al poder y potencia de Dios, escribió:

“Sí, y si dice a la tierra: Muévete; se mueve. Sí, y si dice a la tierra: Vuélvete atrás, para que se alargue el día muchas horas; es hecho. Y así, según su palabra, la tierra se vuelve hacia atrás, y al hombre le parece que el sol se ha quedado estacionario; sí, y he aquí, así es; porque ciertamente la tierra es la que se mueve y no el sol. Y he aquí, también, si dice a las aguas del mar: Secaos; así es hecho. He aquí, si dice a esta montaña: Levántate y ve y cae sobre esa ciudad, para que sea enterrada; he aquí, se hace.” (Helamán 12:13-17.)

“Así tenemos aquí las palabras de un profeta del Libro de Mormón confirmando el hecho de que Dios puede —y lo haría cada vez que fuera necesario— hacer que la tierra se detenga en su rotación para alargar el día. Y como en esta ocasión que tratamos estaba luchando para dar la victoria a Israel, éste fue uno de los medios para lograrlo.

“Si tenemos dudas en cuanto al deseo o habilidad del Señor de interrumpir los movimientos acostumbrados de los cuerpos celestes, ¿cómo explicar fenómenos tales como los que enumeraremos a continuación?

“ ‘Mas he aquí, os digo que antes que llegue este gran día, el sol se obscurecerá y la luna se tornará en sangre; las estrellas caerán del cielo y habrá señales mayores arriba en el cielo y abajo en la tierra.’ (D. y C. 29:14.)

“ ‘Y verán señales y maravillas, porque se manifestarán arriba en los cielos y abajo en la tierra. Y verán sangre y fuego y vapores de humo. Y antes que venga el día del Señor, el sol se obscurecerá, y la luna se tornará en sangre, y las estrellas caerán del cielo.’ (D. y C. 45:40-42.)

“ ‘Porque de aquí a poco, la tierra temblará y se tambaleará como un borracho; y el sol esconderá su faz y se negará a dar luz; y la luna será bañada en sangre; y las estrellas se irritarán extremadamente, y se lanzarán hacia abajo como el higo que cae de la higuera.’ (D y C. 88:87.)

“O: ‘Y tan grande será la gloria de su presencia, que el sol esconderá su faz avergonzado, y la luna retendrá su luz, y las estrellas serán arrojadas de sus lugares.’ (D. y C. 133:49. )

“El episodio de Josué ordenando al sol y a la luna a permanecer inmóviles fue insignificante en comparación con los disturbios celestes que acompañarán a la segunda venida del Salvador, cuando las estrellas serán quitadas de sus lugares. Algún poder desconocido obscurecerá el sol y hará que la luna rehuse dar su luz. (Naturalmente, la luna se obscurecerá cuando el sol no dé más luz, porque la luz de la luna es solamente un reflejo de la del sol.)

“Aquí es apropiado citar las palabras de Sir Charles Marston, un ‘crítico de críticos’ sumamente inteligente que dijo que es tiempo de que comencemos ‘a reconocer la extravagancia evidente de suponer que lo que el crítico no supo no pudo haber sido’ (The Bible Comes Alive, New York: Fleming H. Revell Company, 1947, pág. 182).” (Petersen, Joshua, págs. 58-59.)

(21-22) Josué 10-13. ¿Qué es el libro de Jaser y dónde se encuentra?

Así como muchos otros libros mencionados en el Antiguo y en el Nuevo Testamento pero no incluidos en sus páginas, el libro de Jaser parece haber sido una fuente que contenía relatos de hechos épicos del antiguo Israel. Muchos consideran que fue escrito en verso, pero probablemente también contenía prosa. Hoy día existe un libro que lleva ese título pero su origen es dudoso, de acuerdo con la mayoría de los eruditos, y es posible que no se trate del mismo texto mencionado en el Antiguo Testamento.

(21-23) Josué 10-24

Colocar el pie sobre el cuello de un enemigo caído era un símbolo que demostraba que el caído estaba plenamente subyugado y tenía que ser literalmente pisoteado. Este hecho a menudo es representado en las esculturas egipcias y asirias y también en pinturas murales (véase 1 Reyes 5:3; Isaías 51:23).

(21-24) Josué 10:28-43

La destrucción de las cinco naciones de los cananeos fue realizada en un período de varios días y no en un mismo día como la batalla de Gabaón.

(21-25) Josué 11

Este capítulo resume la conquista de la parte norte de Canaán. La destrucción de estos reinos del norte requirió mucho tiempo (véase vers. 18). La nota en el versículo 22 es de interés especial porque los anaceos eran una raza de gigantes (véase también Números 13:32-33) y porque Goliat vino de Gat (véase 1 Samuel 17:4).

(21-26) Josué 11:6, 9. ¿Qué significa desjarretar?

Desjarretar significa cortar los tendones de las patas de un animal, detrás de la conyuntura tarsiana o tobillo, dejando al animal imposibilitado. Los israelitas eran soldados de a pie y no empleaban carros. El temor parece haber sido en razón de que si empleaban carros y caballos para la batalla, el pueblo de Israel podría haber dejado de confiar en Dios para poner su confianza en el brazo de la carne (véase 2 Samuel 8:4; Isaías 31:1).

(21-27) Josué 13-21

Estos capítulos contienen los registros de la división de la tierra de Canaán entre las doce tribus de Israel. El mapa de Canaán que aparece en la sección de mapas muestra un cuadro claro de la forma en la que la tierra fue repartida entre las tribus. El capítulo 18 de este manual comenta en cuanto a las ciuda des que Moisés mandó fuesen dadas a los miembros de la tribu de Leví (véase encabezamiento 18-24; Números 35:9-27), y el capítulo 20 se refiere al establecimiento de las ciudades de refugio y su propósito.

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Monte Hermón

Merom

Monte Carmelo

Monte Gilboa

Monte Tabor

Monte Nebo

Sidón

Hazor

Acsaf

Simrón

Gilgal

Jericó

Bet-horón

Gezer

Asdod

Libna

Gat

Eglón

Debir

Hebrón

Laquis

Maceda

Jerusalén

Gabaón

(21-28) Josué 22

Este capítulo demuestra el equilibrio crítico entre la verdadera adoración y la idolatría apóstata. Sin tener un conocimiento de la razón por la que dos tribus y media construyeron el altar al oriente del Jordán, uno podría pensar que el hecho indica una adulteración del orden de adoración en el tabernáculo. Las falsedades de Satanás pueden parecer muy convincentes. Afortunadamente, las tribus demostraron que fue un acto legítimo de adoración y no de idolatría. La tragedia es que en poco tiempo Israel ya no reaccionó firmemente contra la idolatría como en esta ocasión.

(21-29) Josué 23

Las treinta y una ciudades-estado cananeas destruidas por Josué en su época no eran las únicas que el Señor quería quitar de en medio de Israel (véase Números 23:4-5). Puesto que los hombres tienen la tendencia de adoptar los valores o costumbres de aquellos con quienes se asocian, era imperativo que todas las naciones idólatras de Canaán fuesen destruidas. Josué advirtió al pueblo de Israel acerca de tres cosas en el caso de que algunas de las naciones paganas, incluyendo a aquellas que lo rodeaban, quedaran en pie: (1) tener cuidado del intercambio social con ellas (véase Josué 23:7); (2) no adorar a sus dioses (véase vers. 7-11); y (3) evitar los casamientos con personas de esas ciudades (véase vers. 12). De otro modo “lazos…tropiezos”, “azote” y “espinas” esperaban a Israel (vers. 13).

(21-30) Josué 24:1-28. “…escogeos hoy a quien sirváis…”

Casi al final de su vida Josué reunió al pueblo para darle una bendición y advertencia final, tal como Moisés había hecho. Tales mensajes debían ser considerados significativos porque lo que un profeta dice al aproximarse a la muerte parece constituir un esfuerzo de su parte para limpiar sus vestidos de la sangre del pueblo, dejando así caer sobre los habitantes plena responsabilidad de la conducta de cada uno (véase Jacob 1:19). Josué recordó a Israel exactamente lo que Dios había hecho milagrosamente por ellos en el pasado y los instó a elegir a quién servirían.

El élder Erastus Snow, comentando en cuanto a los sentimientos de algunas personas que piensan que el ser obedientes a Dios limita, en cierto modo, su libre albedrío, dio una explicación interesante sobre escoger el camino de obediencia a Dios:

“Si el bien y el mal son puestos ante nosotros, ¿no hace ejercicio de su libre albedrío y condición de hombre el que escoge el bien sobre el mal, tal como el que elige el mal y rechaza el bien? ¿Acaso la independencia varonil se encuentra solamente del lado del que hace el mal? Os dejo a vosotros la respuesta. En cuanto a mí, pienso que los ángeles y los santos y todas las personas buenas han ejercido su libre albedrío eligiendo el bien y rechazando el mal; y al hacerlo, no solamente han demostrado su independencia y condición de hombres, sino que la muestran en una nobleza y disposición de carácter mucho más grande y elevada; y dejo que el futuro determine quiénes son los sabios en la elección de su libertad e independencia.

“Josué le dijo al antiguo Israel: ‘Escogeos hoy a quien sirváis; si a Baal, servidle. En cuanto a mí y mi casa, serviremos a Jehová’. Creo que lo que tenemos que aprender son los verdaderos principios que nos conducirán a la paz, a la riqueza y a la felicidad en este mundo, y a la gloria y exaltación en el mundo venidero. Y si podemos aprender estos principios, y recibirlos en bien y con corazones íntegros, enseñarlos como nuestra fe, y practicarlos en nuestra vida, mostraremos nuestra condición de varones, nuestra independencia y nuestro libre albedrío tan genuinamente delante de los ángeles y Dioses, como cualquier hombre malvado puede demostrar los suyos delante del diablo y sus ángeles al rechazar el bien y abrazarse al mal.” (Journal of Discourses, 19:180-81.)

(21-31) Josué 24:32

Aquí se hace mención a los “huesos de José” (vers. 32). Cuando José, el hijo de Jacob, estaba muriendo, hizo que los hijos de Israel prometieran que llevarían su cuerpo con ellos al salir de Egipto (véase Génesis 50:25). Seguramente su cuerpo había sido embalsamado según la costumbre egipcia. Al partir de Egipto, Moisés cumplió la promesa y “tomó…consigo los huesos de José” (véase Exodo 13:19). Luego de la llegada de Israel a la tierra prometida y de su establecimiento en ella, los restos de José fueron sepultados, tal como leemos en Josué 24:32.

RESUMEN ANALITICO

(21-32) Los habitantes de Canaán eran feroces y aguerridos y resistieron fieramente todo intento de otros pueblos por colonizar la tierra que consideraban propia. Pero el Señor había dado Canaán a los israelitas; era de ellos si es que tenían el valor y la fuerza para tomarla de los cananeos y protegerla de sus enemigos.

En la fuerza de Dios, Josué e Israel perdieron el temor y las naciones temblaron ante la mención de sus nombres. Valientemente arrasaron la tierra de Canaán, al este y al oeste del Jordán, y nadie pudo detener su espíritu conquistador, excepto ellos mismos. Habían conquistado para sí, por lo menos en este momento, el nombre de Jeshurun (”recto Israel”) porque habían escogido servir al Señor.

Los santos de hoy en día enfrentan un mundo inclinado a la destrucción espiritual del individuo. Canaán hace tiempo que desapareció de la tierra, pero Satanás, que incitó la maldad y oposición de Canaán a Israel, está decidido a destruir a aquellos que siguen al Cordero de Dios (véase 1 Nefi 14:12-14). A veces el moderno Israel siente temor al observar que los juicios prometidos están cada vez más cerca. El Canaán moderno será destruido en preparación previa al establecimiento de una Sión mundial, y esta destrucción no es agradable de imaginar. El élder Ezra Taft Benson empleó dos pasajes tomados del libro de Josué para aconsejar a los que sienten ansiedad ante la visión del futuro:

“En el transcurso de este difícil período, y ciertamente es difícil la época que ahora vivimos, espero que siempre entendamos en nuestro corazón el espíritu de esta gran obra que representamos. Si así es, no tendremos ansiedad; no tendremos temor; no nos preocuparemos en cuanto al futuro porque el Señor nos ha dado la seguridad de que si vivimos rectamente, si obedecemos sus mandamientos, si nos humillamos ante El, todo estará bien. Citaré dos pasajes de las Escrituras que me gustan mucho:

“ ‘…te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.’ (Josué 1:9.)

“Este fue el consejo del Señor a su hijo Josué, animándolo a confiar en Dios. Josué respondió a ese consejo amonestando a su pueblo en estas palabras:

“ ‘…escogeos hoy a quien sirváis…; yo y mi casa serviremos a Jehová.’ (Ibíd., 24:15.)

“En estos dos pasajes hay dos puntos fundamentales para la seguridad y la paz: primero, confianza en Dios; y segundo, una determinación de obedecer los mandamientos, de servir al Señor, de hacer lo que es justo. Los Santos de los Ultimos Días que viven de acuerdo con estas dos amonestaciones —confianza en Dios y obediencia a los mandamientos— nada tienen que temer.

“El Señor ha establecido claramente en las revelaciones que aunque los tiempos se tornen peligrosos, aunque estemos rodeados de tentación y pecado, aunque haya sentimientos de inseguridad, aunque el corazón de los hombres desmaye y la ansiedad llene su alma, no tendremos que temer si tan sólo confiamos en Dios y obedecemos sus mandamientos.” (En Conference Report, octubre de 1950, págs. 145-46.)

(21-33) En el relato de Acán y la derrota de Israel en Hai, encontramos lecciones espirituales importantes para los Santos de los Ultimos Días. Primero, nos muestra los efectos del pecado de una persona sobre toda la comunidad. Nadie peca aislado ni podemos decir que nuestros hechos solamente nos afectan a nosotros mismos, pues aun haciendo algo pecaminoso que sea completamente personal, nuestra pérdida de poder espiritual significa una disminución de ese poder para toda la humanidad y contribuye a que se retire el Espíritu del Señor; eso es dañino para todos los hombres.

Hay otra valiosa lección en la respuesta del Señor a Josué cuando éste preguntó la razón por la que Israel había sido vencido (Josué 7:10-15). Si sentimos que hemos perdido la compañía del poder de Dios, sabemos, tan patentemente como sabemos que el sol saldrá el día de mañana, que el problema radica en nosotros y no en Dios. Como El dijo en esta época: “Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis”. (D. y C. 82:10.) Y la clave para restaurar nuestra relación con Dios también fue dada a conocer cuando el Señor le dijo a Josué: “Levántate, santifica al pueblo” (Josué 7:13).

José Smith aprendió una lección semejante cuando la Iglesia se encontraba sumida profundamente en deudas.

Lea D. y C. 104:78-80.

Note cómo el Señor introduce un tercer elemento en este procedimiento para resolver problemas. La mayoría de nosotros encara los problemas en esta forma:

Josué 1-24: La tierra prometida (6)

Imagen

problems

Individuo

Pensamos que el problema es algo externo, es decir, que si podemos reunir suficiente poder podemos resolver el problema mediante nuestro esfuerzo. Pero el Señor le dijo a Israel mediante José y Josué que aunque había un problema externo, también había uno interno que bloqueaba los canales del verdadero poder. Aquí tenemos la forma de aplicar el procedimiento para resolver problemas:

Josué 1-24: La tierra prometida (7)

Imagen

problem-solving process

Poder de Dios

Se arrepiene y se santifica lo cual le permite gozar del

El individuo que no tiene poder suficiente

que entonces se aplica al

Problema externo

  1. ¿En qué forma aplicaron este principio Abraham y Sara con relación a la esterilidad de Sara? (Véase Hebreos 11:11.)

  2. ¿En qué forma empleó José este principio al presentársele el problema de interpretar el sueño de Faraón? (Véase Génesis 41:14-16.)

  3. ¿En qué forma se puede aplicar esta lección a situaciones actuales tales como la de una mujer cuyo esposo está inactivo en la Iglesia, un padre cuyos hijos se desvían del camino, un hijo cuyos padres no creen en la Iglesia, un individuo que lucha por vencer un mal hábito?

  4. ¿De qué manera se relaciona este principio con el que aparece en Eter 12:27?

  5. ¿No es este el principio que respalda la doctrina de que somos finalmente salvados mediante la gracia de Cristo “después de hacer cuanto podamos”? (2 Nefi 25:23.)

  6. Lea con atención en Moroni 10:32-33. ¿No es éste el camino por el cual finalmente llegamos a la salvación?

Josué 1-24: La tierra prometida (2024)
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