De nuestra casa editora
Revista Relatos e Historias en México número 186 El general Abelardo L. Rodríguez fue designado presidente en 1932; para entonces, ya poseía una considerable riqueza. En la década anterior, como jefe militar y político en la frontera de Baja California, administró los jugosos ingresos por la venta de alcohol, los casinos, cantinas, carreras de caballos y juegos de azar en plena ley seca de Estados Unidos. También supo mantenerse a flote cuando declinó el poder del grupo sonorense, al ofrecer su lealtad a los sucesivos presidentes.Política y Dinero