Luis Barahona de Soto
Laedición de estas tres églogas de Luis Barahona deSoto pretende poner al alcance del público interesado en lafigura y en la obra del escritor lucentino unos textosáureos que ofrecen por el momento ciertas dificultades delocalización. La última edición más omenos completa de la lírica barahoniana tuvo lugar aprincipios del siglo presente1,y desde entonces su nombre aparece sólo en algunasantologías o en recopilaciones por lo general pocoaccesibles.
LaCátedra Luis Barahona de Soto, creada en la ciudad de Lucenapor la Universidad de Córdoba, durante el cursoacadémico 1996-97, pretende fomentar el estudio y elconocimiento que se tiene acerca de tan relevante figura, lamás importante que esta ciudad ha dado a las letrasespañolas a lo largo del tiempo. Sin embargo, elinterés y el aprecio de sus propios conciudadanos debenpasar necesariamente por el conocimiento de su figura, de suaportación literaria y de la comprensión del lugarque ocupa en el universo cultural de la época.
Conla intención de paliar en alguna medida las lagunas quepuedan producirse en los aspectos señalados editamos en estaocasión tres églogas completas de Barahona, de lascinco que han llegado hasta nosotros, concretamente la primera, latercera y la quinta, según la ordenación que ofreceRodríguez Marín en su edición, a las que hemosdenominado Égloga de las hamadríades, talcomo habitualmente es conocida, Égloga de Felicino yCleanto y Égloga de Salicio y Filón, deacuerdo con los principales protagonistas de las mismas.
Sontextos de relativa dificultad para un público actual que,por lo general, es poco dado a lectura de la líricaclásica española, lo que explica el carácterdivulgativo de muchas de las notas así como las diversasaclaraciones al texto.
Porotra parte, el nivel de información del públicoestudiantil, al que va dirigida preferentemente estaedición, no suele ser, a nuestro pesar, muy alto, a lo quecontribuye también el escaso aprecio que se tiene en laactualidad por los estudios humanísticos en beneficio deotros saberes más pragmáticos. De esta forma, en lamayoría de las ocasiones nuestras notas pueden resultarcomentarios innecesarios para los posibles lectores ocríticos avezados en la interpretación y disfrute detextos áureos hispánicos.
El mundo pastoril. Laséglogas
Laséglogas son composiciones líricas en las que el poetanos presenta un mundo idealizado y habitado por pastores, queexpresan en verso sus preocupaciones amorosas. Sus orígenesse suelen situar en el mundo latino, concretamente en lasBucólicas, de Virgilio, e incluso puedenretrotraerse al griego Teócrito, pero en la literaturaespañola la conformación definitiva del génerose debe a Garcilaso de la Vega, que alcanza niveles insuperables ensus tres famosas églogas, composiciones que seconvertirán en paradigmas para un grupo amplísimo depoetas. Entre las aportaciones que contribuyen a la fijaciónde las convenciones literarias existentes en las églogas seencuentra, sin duda, la Arcadia, de Sannazaro, y diversasaportaciones más que forman lo que el profesor LópezEstrada ha llamado la «órbita previa» de loslibros de pastores2,género que logrará gran éxito ydifusión, no sólo en España, sinotambién en el resto de Europa.
Lacaracterización del ambiente pastoril de las églogasla encontramos bien descrita en los comentarios de Fernando deHerrera a la poesía de Garcilaso: «La materia destapoesía -escribe- es las cosas y obras de los pastores,mayormente amores; pero simples y sin daño, no funestos conrabia de celos, no manchados con adulterios; competencias derivales, pero sin muerte y sangre. Los dones, que dan a sus amadas,tienen más estimación por la voluntad que por elprecio; porque envían manzanas doradas o palomas cogidas delnido. Las costumbres representan el siglo dorado. La diciónes simple, elegante. Los sentimientos afetuosos y suaves. Laspalabras saben al campo y a la rustiquez de la aldea, pero no singracia, ni con profunda inorancia y vejez; porque se tiempla surusticidad con la pureza de las voces proprias alestilo»3.
Las églogas de Barahona. La Égloga de lashamadríades
Como señalábamos, de Luis Barahona de Soto se hanconservado sólo cinco églogas, que siguen en diversasocasiones los esquemas y recursos fijados por Garcilaso en suscomposiciones; las más conocidas y estudiadas son la primeray la segunda en la ordenación y edición deRodríguez Marín4y, sin duda, las que ofrecen mayor interés y calidadliteraria.
Laprimera, la que se suele denominar Égloga de lashamadríades, es la que inicia nuestra selección,tras casi un siglo5en que viera la luz por última vez completa.
Elpoema está compuesto por veinte estancias de quince versos,endecasílabos y heptasílabos, lo que conforma untotal de trescientos versos. El esquema métrico de cadaestancia es el siguiente: ABCabCcDEFDEFgg. Como puede observarse latendencia es la de ofrecer una rima similar a la de los tercetosencadenados en la primera parte, con un cambio de rima en la partesegunda que ofrece igualmente la disposición de los tercetosencadenados, sólo que al final se añade un pareado derima independiente, recurso que en la primera parte se solucionaintercalando un verso que rima con el último de la serieencadenada. No es demasiado artificioso el esquema métricode este tipo de estancia, sino que sigue de una manera aproximadala idea más frecuente en el Renacimiento, en cuanto a sudisposición se refiere, y que recuerda Navarro Tomás:«la estancia constaba de dos partes; en la primera,más breve que la segunda, se empleaban generalmenteendecasílabos; los heptasílabos se intercalaban sobretodo en la segunda parte o servían para marcar latransición entre una y otra»6.Aquí se invierte ligeramente la tendencia que seseñala: hay más endecasílabos, (seis), en laparte segunda que en la primera, (cuatro). Al respecto, hay quetener en cuenta que la producción lírica de Barahonapertenece al último tercio del siglo XVI, cuando los idealesclasicistas del Renacimiento han entrado en crisis, de tal maneraque la etapa ofrece rasgos distintos, específicos de lo quese suele llamar Manierismo.
Laestructura de la égloga es la siguiente:
-estrofas I-III - presentación
-estrofas IV-V - canto de Silveria
-estrofas VI-VII - canto de Silvana
-estrofas VIII-X - canto de Fenisa
-estrofas XI-XIII - segundo canto de Silveria
-estrofas XIV-XV - segundo canto de Silvana, en el que se introducecomo recuerdo
-estrofas XVI-XIX - el lamento de Pilas
-estrofa XX - estrofa de cierre.
Aunsin ofrecer la armoniosa y equilibrada repartición delmaterial de la Égloga I de Garcilaso, por ejemplo, laordenación de su materia no es excesivamentedesproporcionada, sino que entre las tres estrofas depresentación y una de cierre (recordemos que eran cuatro yuna, respectivamente, en la armoniosa composición deGarcilaso) se introducen dos series de cantos alternos de igualextensión (Silveria y Silvana, dos estancias; Fenisa ySilveria, tres estancias cada una), en tanto que la serie tercerasufre una visible modificación, al componerse de dosestancias el canto de Silvana y de cuatro la lamentación delpastor. Pero, sin duda, esta desproporción estámotivada por la necesidad de conceder más espacio al pastorPilas, el personaje más relevante y diferenciado del poema,que expresa su dolor ante la muerte de su amada.
Encuanto al tema de la égloga, nos encontramos ante un mundoidílico, pastoril, en el que ha irrumpido la muerte (Etin Arcadia ego, tal como refleja el conocido cuadro delGuercino), arrebatando, como hemos señalado, a Tirsa, laenamorada del pastor Pilas. Las hamadríades, que tienen enalguna ocasión determinados rasgos pastoriles, celebran lasexequias de la ninfa con las fórmulas paganas de rigor,ofreciendo sacrificios al alma de la muerta. A los cantos,recuerdos y ofrendas funerales de estas divinidades, se unen loslamentos de Pilas.
Elpoema se inicia con la presencia de la hamadríades cerca delrío Dauro, o Darro, al pie de Sierra Nevada; las ninfas, enun día triste que luego sería famoso, cubren elcadáver de la fallecida con hierbas silvestres, al mismotiempo que entonan canciones y recitan versos; los ganados escuchanentretanto. Luego forman canastillas con varas de diversosárboles aromáticos, de tal manera que el ambiente sellena de perfumes. Son tres ninfas las que van cantar su dolor antela muerte de Tirsa, Silveria, Silvana y Fenisa, y van ataviadas conguirnaldas, con el pelo suelto por las espaldas.
Silveria expresa su deseo de que toda la naturaleza y los animalesdejen de cumplir su habitual función, si no se realizansacrificios por el alma de la ninfa muerta. Las selvas y lospájaros serán testigos de la expresión de sudolor.
Silvana se refiere en su intervención al momento en que vana tener lugar los ritos, a la caída de la tarde, cuando elsol pierde fuerza y empieza en la montaña el fríotemporal; entonces ya Tirsa está helada y yerta, y hay quemanifestar el dolor por el hecho luctuoso, no sólo en estedía, sino también en sucesivas celebraciones.Anualmente, propone, honrarán su tumba con sacrificios deanimales y ofrendas florales, y tal conmemoración seextenderá del norte al sur, por toda la extensión dela tierra.
Fenisa proyecta una competición para nueve díasdespués, ofreciendo de su propio rebaño diversospremios: al ganador de la carrera una novilla, al mejor luchadordos novillas, un toro al mejor lanzador y un buey al mejorcantante. Al que hiciese los mejores versos lo que éstequisiera escoger de su manada, junto con la fama inmortal. Conmotivo de tal celebración asistirá el dios de lospastores, profusamente adornado, y también llegaránpastores y zagales para las competiciones, en tanto que los versosfúnebres, igualmente resultado del concurso,adornarán las faldas del túmulo consagrado a la ninfamuerta. En su honor quemará las entrañas de una res,y lo repetirá anualmente, después de regar lavíctima con leche reciente. Además derramaráen la tierra, con igual sentido de ofrenda fúnebre, el mejorvino que se coseche en Lucena.
Denuevo toma la palabra Silveria y, suponiendo que el espíritude Tirsa se encuentra merodeando por alguno de los lugares quefrecuentó en vida, o acaso esté ya en los camposelíseos, le pide que preste oído a sus palabras. Elalma de la ninfa quizás andará todavíafrecuentando las selvas y Silveria acusa al cielo injusto de sumuerte. A partir de ahora se producirá un gran desorden enla naturaleza y en el mundo pastoril; no habrá flores, nifrutos, se secarán las fuentes, los zagales nopublicarán sus amores, los ojos estarán siempre enllanto, el ganado no pacerá. Dirigiéndose a Tirsa lepregunta que, si los está escuchando, por qué noresponde con alguna manifestación, puesto que ella alegrabaen vida la noche y, en cambio, ahora sólo les queda lamemoria triste del suceso.
Silvana recuerda que Tirsa solía poner fin a los litigiosque tenían lugar entre los pastores y que, en algunaocasión, salía de las aguas cantando los versos delpastor Silvano, en tanto que otros pastores se arrojaban al aguapor tocarla, pero esto era en vano debido a la rapidez que ellatenía para ocultarse. Añade que al amanecer de estedía vio llorar al pastor Pilas, con la mano apoyada en lamejilla, haciendo con ello que las flores se secasen, se desgajasenramas de los robles y se rompiesen las piedras, efectos que suelenproducir los vientos Boreas y cierzo. Entonces el pastorcantó unos versos que se incluyen a continuación.
Pilas vuelve a insistir en el caos que se ha producido en lanaturaleza con la muerte de Tirsa; la tierra no hace germinar nadade lo que se siembra y el pastor está en perpetua pena,hasta que, siguiendo la pauta garcilasiana, muera tambiénél y pueda gozar de la eterna compañía de laamada. El enamorado ha realizado sacrificios en su honor y siempreseguirá honrando con ofrendas su sepultura, e, incluso, haapartado los toros y novillos de sus becerras, para manifestaraún más el dolor por la pérdida.Después pide el descanso para su cuerpo, junto con lasofrendas y alabanzas de Apolo, de las estrellas, de los faunos ydel río Dauro, cuyas aguas serán leche y miel en elsepulcro de Tirsa. También las ninfas ofrecerándelicadísimos presentes florales a su sepulcro, en el quelos genios dejarán inmóviles sus huesos durante milaños.
Porúltimo, tras el lamento de Pilas, se indica que el solestá ocultándose ya, llenando las nubes del ocaso devariados colores. Las ninfas dejan de cantar, vuelven al campo,donde el morisco suele ocultar tesoros, y se introducen en lostroncos huecos de las encinas.
Como podrá apreciarse, es una bellísimaégloga, eminentemente fúnebre, con ritos y ofrendaspaganas, propios del mundo pastoril y mitológico en el quetiene lugar la acción, aunque también se percibeclaramente la idea de la supervivencia del alma de la ninfa y elrecuerdo que ha dejado en todo el universo que la conocióviva.
Enotro sentido, hay que señalar que, desde siempre, se haquerido ver en las muestras más importantes de la literaturapastoril una ficción que ocultaba una realidad comprensiblepara los iniciados en las claves de su interpretación.También ha sido objeto esta égloga de algúnintento de descubrir los personajes reales y los sucesos queencubre el argumento señalado. Para RodríguezMarín, Barahona está glosando la muerte dedoña María Manrique de Mendoza, que sería laninfa fallecida, Tirsa, y el pastor Pilas, en consecuencia,sería el caballero granadino don Alonso de Granada Venegas,en cuya casa solían celebrar los poetas granadinos reunionesy academias; Silvano encubriría al gran amigo de BarahonaGregorio Silvestre, autor que efectivamente emplea este nombrepoético en alguna composición, y Silvana a la amadade Gregorio Silvestre, doña María7.Se dejan sin aclarar otros nombres pastoriles y la fecha decomposición del poema, que puede fijarse según estahipótesis, y de acuerdo con otros sucesos a los que se hacereferencia en el estudio, hacia 1569.
Porsu parte Lara Garrido, en los estudios más importantesrealizados hasta la fecha sobre la poesía lírica dellucentino, apunta que el pastor Pilas puede ser Gregorio Silvestrey que la ninfa Tirsa es doña María, su amada, quefalleció antes que Silvestre. Apoya su hipótesis enel epitafio latino que dedicó Barahona a la muerte de suamigo y de su amada doña María, en el que puedenencontrarse expresiones que prefiguran aspectos centrales de laégloga de las hamadríades:
«In nobismiseranda jaces, pulcherrima virgo, | ||||
InterHamadryadum gloria prima choros. | ||||
[...] | ||||
Sylvaniquepatres solvent, Driadesque sorores, | ||||
Fundentes udisex oculis lachrimas»8. |
Aesto se une el recuerdo de las palabras de Pedro de Cáceres,en el prólogo a las obras de Silvestre, que indican que«sintió mucho Gregorio Silvestre la muerte dedoña María, y así dicen que sedeterminó a hacer muchas canciones a su muerte, aimitación del Petrarca. Y pienso que hizo una, o dos, quefueron las primeras, y postreras, hasta entonces. Y comomurió tan presto, no pudo pasar adelante con suintento»9.De esta manera Barahona cumple el deseo que no pudo realizar suamigo de cantar a la amada muerta y pone la expresión de esesentimiento en labios de Pilas.
Hay, por lo tanto un «desdoblamiento pastoril conSilvano»10,que también parece referirse a Gregorio Silvestre, aunqueSilvano no tiene una intervención efectiva en la obra, sinoque es solamente une mención. De acuerdo con estainterpretación, que creemos mucho más convincente ycoherente que la anterior, el poema se escribiríaalgún tiempo después de la muerte de GregorioSilvestre, hecho que tuvo lugar en Granada el día 8 deoctubre de 1569.
Decualquier modo, creemos que no es completamente necesario conocerla posible realidad que escondan los versos de esta églogapara la comprensión literaria y el disfrute de la misma; porsí solos se bastan y explican por sí solos el mundoideal y mítico al que hacen referencia.
Encuanto a la edición que hemos preparado, tomamos el texto dela princeps de esta égloga incluida en las Flores depoetas ilustres (1605), de Pedro de Espinosa11,donde ocupa los folios 66 r. a 71 v., que hemos idoseñalando en nuestro texto. En la obra figura lacomposición bajo el nombre de Soto. En esta importanteantología se reúne lo más selecto de lapoesía española de la época, especialmente dela que aporta innovaciones al panorama lírico; no incluye ellibro, según se indica en el prólogo al lector,«la glosa de "Vide a Juana estar lavando", o algunasredondillas de las turquesas de Castillejo, o Montemayor(venerables reliquias de los soldados del tercio viejo) [...] queestos ya gozaron tiempo». Sin embargo incluye a Barahona,prácticamente el único poeta que ha fallecido cuandose imprime el libro, lo que parece índice de la vigencia delescritor lucentino y de su importancia como eslabón entre lapoesía anterior y la propiamente barroca, cuando no de laamistad del antólogo Espinosa con nuestro lírico. Hayocho composiciones12de Barahona en esta antología.
Además de este impreso hemos tenido en cuenta laedición que incluye Rodríguez Marín en sulibro, como se puede ver por las notas que acompañan anuestro texto, aunque en algunas ocasiones nos hemos separado deambos.
Hemos modernizado las grafías de la égloga;también hemos numerado y separado las estancias que laconstituyen.
Lasnotas pretenden aclarar gran parte de las cuestiones significativasque suscita el poema, así como señalar, cuando lashemos podido captar, algunas relaciones con otras obras del mismogénero, especialmente con Garcilaso, cuyo influjo trasciendeépocas y tendencias. Determinadas aclaraciones puedenconsiderarse superfluas, sobre todo para un lector especializado;sin embargo, como señalábamos, hemos pensado que paraalgunos lectores, quizás para nuestros alumnos, puedan serun instrumento útil para calar más profundamente enel pensamiento del poeta.
One fine body…
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